lunes, 20 de mayo de 2013

¿De verdad soy yo el que decidió vivir esta realidad o fue mi YO alterno?


¿De verdad soy yo el que decidió vivir esta realidad o fue mi YO alterno?

La resurrección como el ave Fénix es algo que me parecía altamente complicado de imaginar; ¿Cómo un ave podría volver a resurgir de entre las cenizas, si estas se encontraban calcinadas y además, no tenían más forma etérea? Este enigma me permitió alguna vez encontrarle sentido al paradójico sentir acerca de mi carrera, la cual por un lado era exitosa y si dejaba el camino de la perfección, entonces sería hacerme literalmente cenizas.  ¿De qué forma el Dr. Enrique Orozco podría dejar de imaginarse y percibirse como cenizas (fracasado) al tomar una decisión tan radical? De esto hablaré a lo largo del Blog del día de hoy…

Hace poco tiempo (no tanto realmente, digamos ayer), una gran personita en mi vida me dijo: “Jamás te visualicé como médico, te imaginaba como otra cosa; obviamente la clínica no era lo tuyo”… como dicen los Confis de “Una película de huevos”: “Que fuerte compadrito, que fuerte!!!!”; pero al final no existía algo más cierto que esto. ¿De qué forma podré expresarlo?, Ya sé, ya sé, de la siguiente: recuerdan para aquellos que jugaban Fifa o cualquier otro juego de video donde se puedan seleccionar niveles de dificultad, que al estar solos elegíamos el nivel donde creíamos que podríamos realmente competir, es decir, elegíamos el que nos representará una mayor complejidad (Aunque ya estando con los amigos en ocasiones elegíamos uno más débil para demostrar como ganábamos). Bueno algo así me sucedió cuando decidí estudiar Medicina.

Me encontraba en un fuerte dilema conceptual e incluso emocional, debía de escuchar a mi atolondrado corazón, aun cuando normalmente tiene la razón o debía escuchar a mi cerebro, el cual era bajo percepción personal y general, el que prevalecía en mi persona. Bueno, ¡Pues obvio!, escuché a mi brillante cerebro: “Enrique, necesitas un reto intelectual, algo que te genere estatus y que te permita ser ese hombre que todos saben y esperan que seas”. Entonces, decidí tergiversar mi sentir, realizándome un lavado de cerebro y concluí de forma ampliamente sesgada estudiar medicina, lo más complejo, aquello que yo veía con respeto y admiración. Graso, graso error, en ocasiones las corazonadas y el “feeling” son más sabios y más respetables que toda la racionalización que pudiéramos hacer durante horas. Hoy puedo aceptar que podría haber elegido una carrera no tan “respetable” y seguir siendo el mismo Enrique con subidas, bajadas, sinsabores y exacerbaciones de la felicidad; en fin creo que hubiese sido igual de feliz, completo y exitoso que hoy. Como pueden ver, no tenía que escoger el nivel más difícil para ser feliz, sólo tenía que jugarlo con gusto, porque al final el único que sabe lo que me hace feliz… soy yo al estar recostadito en mi cama meditando.

Siendo así entonces, puedo decir que la propio-sinceridad, sinceridad autóloga o auto-sinceridad es de las cosas más importantes elocuentes y reales que tenemos. El análisis debe de ser claro y sencillo: ¿Qué quiero hacer el resto de mi vida? ¿En verdad soy feliz en esta historia? ¿Decidí por mí o alguien(es) más decidió(eron) y me convencí de que había sido yo el que tomo la decisión? ¿Me veo haciendo esto los próximos 25 años? Bueno en mi caso la respuesta fue clara, buscaría mi felicidad y tomaría mis propias decisiones, aun cuando estas fuesen en contra de las normas sociales, religiosas, morales, familiares, entre otras. Ahí me enfrente a la moralidad flexible, es decir, en mi caso lo que digan los demás me es indiferente, intramuscular e intravenoso.  

 No fue fácil, recuerdo las reacciones al decir: “No quiero entrar a la especialidad”, “No papá, no haré cirugía”, inclusive en el antro “No, yo no hice especialidad, soy médico general”. La sociedad emite juicios de valor de acuerdo a lo que conoce y tiene acceso, se nos ha vendido muy bien la idea de que la especialidad es el único camino en la medicina, sino serías un fracasado. Los caminos al tomar un rumbo distinto, más aún por decisión que por necesidad, son intolerables y estúpidos de cierta manera; pero también pueden ser los más brillantes y certeros de nuestra vida. Y si no me creen pregúntenles a Bill Gates, Steve Jobs, Mark Zuckerber y otros que decidieron dejar la escuela y no terminar lo que empezaron pero tienen fama y fortuna; pero estoy seguro que no sólo estos ejemplos son válidos, también he conocido gente que deja una Dirección en una empresa, por un puesto más bajo en otra por mejorar su calidad de vida o que se permite estudiar a los 65 años una carrera por fin. Todos estos ejemplos son igual de interesantes y admirables, por que decidieron hacerlo diferente, esto no significa que siempre lo diferente tiene como única opción la meta de ser exitoso, pero lo que quiero transmitirles es que no debería de limitarlos.

“Si pudiera vivir nuevamente mi vida.

En la próxima trataría de cometer más errores.

No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.

Sería más tonto de lo que he sido, de hecho

tomaría muy pocas cosas con seriedad.

Sería menos higiénico.

Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría

más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.

Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería

más helados y menos habas, tendría más problemas

reales y menos imaginarios”

Este es uno de mis textos favoritos obra de José Luis Borges (O Borgues, como diría nuestro expresidente), nos ejemplifica como en algunas ocasiones debemos de correr riesgos que nos acerquen a nuestra felicidad o en búsqueda de la misma. Me viene a la mente una frase de una película muy poco varonil, pero siguiendo el tenor me es indiferente lo que piensen, “A él no le gustas tanto”: “Quizá haga muchas idioteces pero estoy mucho más cerca de encontrar el amor que tú” y sí soy un romántico lo acepto, pero viéndolo fríamente esto es totalmente cierto, en ocasiones el hacer las cosas diferentes, el intentar algo una y otra vez aunque no sea socialmente bien visto nos da resultado o realmente nos acerca a lo que queremos y a lo que realmente nos genera felicidad genuina, no aquella que se expresa con palabras, sino la que se observa y se proyecta.

Finalizó este blog bastante emotivo expresando lo que siento en este momento, la verdad es que las decisiones siempre son fáciles de tomar sólo debemos de saber vivirlas y aceptar que lo que viene con ellas es lo importante, porque fue lo que nosotros quisimos. Nunca debemos de dejar de soñar, nunca debemos de dejar que la sociedad o las normas nos limiten a ser “lo que tenemos que ser”, seamos hoy lo que queremos y el ir contra la corriente será más fácil. No se nieguen jamás la oportunidad de hacer algo que desean porque tristemente siempre tendremos la frustración y la obsesión de saber qué hubiera pasado sí…

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